El precio de un tuit

El otro día vi un tuit de una de las cuentas que más seguidores tiene en nuestro país en esta red, en el que “un famoso criollo” mencionaba estar viendo un programa en un televisor marca tal. Me recordó un artículo que leí recientemente sobre esta tendencia cada vez más extendida y usual de cobrar por publicitar marcas y productos a través de las redes sociales.

Lo que nos lleva a cuestionarnos la credibilidad de los consejos en las redes sociales. Según los especialistas, los medios de comunicación tradicionales pertenecen a grupos empresariales cuyos intereses comerciales interfieren con su misión informativa restándoles credibilidad. Por el contrario, los blogueros y tuiteros tienen la credibilidad que les da la comunicación persona a persona. Se supone que son gente como usted y yo que cuenta historias sin presiones y sin intereses ocultos, además muchas veces utilizan los productos de los que escriben, por lo tanto se cree que son fiables.

Influencia es la clave. Se trata de la capacidad de ciertas personas de “influir” en la forma de pensar o actuar de otra. Y lo relevante es el número de seguidores que tienes. Los que arrancaron fueron las «celebrities» que encontraron una nueva forma de comunicarse con sus «fans». Antes dependían de los medios tradicionales y de intermediarios, pero ahora pueden hablar directamente con ellos, agradecerles su fidelidad, comentarles sus proyectos o compartir sus productos favoritos.

Con esto, si una famosa actriz menciona en su cuenta de twitter, como quien no quiere la cosa, que ha comprado el último lipstick de una determinada marca, se espera que el efecto sea, que las jóvenes del mundo, que confían en ella sigan su ejemplo y salgan a comprar en masa el objeto en cuestión. Es una captación directa de clientes. Algo al parecer sin consecuencias a no ser que la marca mencionada pague por la recomendación.

Como es un negocio redondo, ya las autoridades se están poniendo las pilas. Este es el caso del futbolista Wayne Rooney a quien la ASA (regula la publicidad en Reino Unido), le cayó después de descubrir que uno de sus tuits era publicidad de uno de sus patrocinadores. También en los Estados Unidos, la FTC (Fair Trade Comissión) se está poniendo dura con estas prácticas. Pero, como no, si Kim Kardashian cobra 10 mil dólares por cada mensaje en el que menciona una marca y sin decir que es publicidad pagada. Le sigue el rapero Snoop Dog que se embolsa 7 mil por tuit. Nada mal.

Pero bueno, estos son los famosos. Los hay no tan famosos a quienes empresas se les acercan porque sus cuentas tienen cierta calidad y varios miles de seguidores para que, a través de plataformas comerciales rentabilicen sus cuentas. Es decir, te ofrecen tres mil dólares mensuales por dejar que la empresa use tu cuenta.

En fin, que parece que en internet todo es un fenómeno inevitable y nada negativo. Estos «influencers» marcan las tendencias, señalan la dirección del cambio y por eso el interés de las marcas en ellos.  Para los especialista, que lo consideran un buen negocio, lo importante es mantener cierta ética????

Y yo pregunto, ante una propuesta como esta ¿usted qué haría?

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Publicado por

Amalia Nicolau

Cronista social, feminista, amante del cine, la fotografía, la literatura, el arte, buena bailadora, mala cocinera.

2 comentarios en «El precio de un tuit»

  1. Amalia a mi lo que más me asombra es que realmente seamos tan «poco pensantes» cómo para dejarnos influenciar por tales «influencers», creo que poco a poco iremos desacreditando el sponsorship de ciertas figuras que ven programas de TV en televisores marca xyz.

    Por mi parte sólo presto atención a «influencers» que se toman el trabajo de hacer el research y la comparación, promovamos el uso de aquel viejo órgano llamado cerebro.

  2. El medio es diferente pero el dilema es el mismo para que el vende sus «personal endorsements» y para el público que los consume. Solían las celebridades cobrar por el endorsement y no necesariamente usar el producto. Hoy en día los contratos incluyen la obligación de uso exclusivo para crear la ilusión. Y también incluyen –en algunos casos– consideraciones éticas de la celebridad con respecto a los productos que están dispuestos a promocionar (ecológicas, sociales, etc.) más allá del verde de los dólares. En fin que es un contrato como cualquier otro. El tema para mí es que el culto a los famosos. Muy triste.

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