Marsala: color para el 2015

Como todos los años, desde 2001, Pantone ha anunciado el color que predominará en el 2015. El PANTONE 18-3224 Marsala está inspirado en la tierra y el vino siciliano.

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De acuerdo a Leatrice Eiseman, directora ejecutiva del Pantone Color Institute, el color Marsala es carismático y de buen gusto:

“Mientras que el cautivador PANTONE 18-3224 Orquídea Radiante, el color del año 2014, alentaba la creatividad y la innovación, Marsala enriquece nuestra mente, cuerpo y alma, rebosando confianza y estabilidad.

Al igual que el vino fortificado que da nombre al Marsala, su matiz de buen gusto encarna la riqueza satisfactoria de una comida saciante, a la vez que sus raíces de color marrón rojizo emanan una terrenidad sofisticada y neutral. Este tono cordial pero con estilo es universalmente atractivo y se puede llevar fácilmente a la moda, la belleza, el diseño, el mobiliario del hogar o el interiorismo”

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Debates en torno a la maternidad

La tendencia a no tener hijos va en aumento, pero no está claro si es producto de las consecuencias que acarrea ser madre, o una decisión libre.

En la página anterior, ‘Ayer’ (1930), del tríptico de Man Ray ‘Ayer, Mañana, Hoy’. Un posible homenaje en femenino a las medidas perfectas del ‘Hombre de Vitruvio’, de Leonardo da Vinci. / Man Ray (Corbis)

No tener hijos por decisión propia se ha convertido en una opción cada vez más extendida en Occidente. Muchas mujeres prefieren centrarse en su vida personal y profesional que afrontar lo que acarrea ser madre. En Estados Unidos, uno de los países en los que más ha crecido esta tendencia, una de cada cinco mujeres supera la edad fértil sin haber tenido descendencia (en los años setenta eran una de cada diez), ya sea por motivos socioeconómicos, circunstanciales (no haber encontrado la pareja idónea) o problemas de fertilidad. En Europa, donde la tendencia sigue el mismo camino, destaca Alemania, con uno de los mayores porcentajes de no madres del mundo. Los defensores de una vida sin hijos reivindican con orgullo su elección. Pero la presión de la sociedad para que los tengan se mantiene.

Melanie Notkin lidia con ello a diario. Su libro The Otherhood, el término que la autora norteamericana ha acuñado para referirse a “las otras mujeres”, es un grito que describe la realidad de miles de treintañeras que, como ella, se enfrentan a la misma pregunta de amigos, familiares, compañeros de trabajo y hasta extraños: ¿cuándo van a ser madres? Notkin decidió narrar la verdad de las mujeres sin hijos hace tres años, cuando empezó a colaborar con The Huffington Post. “Muchas personas te dicen que puedes tenerlos sola”, explica desde Nueva York, “que eres demasiado exigente… pero la solución no es tan fácil”. Las mujeres que deciden no ser madres son más de las que parece, no se sienten representadas y, como Notkin, han decidido alzar la voz en libros, en documentales, en Internet.

Los defensores de una vida sin hijos reivindican con orgullo su elección. Pero la presión de la sociedad para que los tengan se mantiene

En Estados Unidos este debate se ha hecho más público que en Europa. “Si tuviera hijos, me odiarían”, ha declarado la presentadora estadounidense Oprah Winfrey, de 60 años. “No tengo hijos, pero mi vida ha sido satisfactoria. También lo habría sido con hijos”, ha dicho Condoleezza Rice, exsecretaria de Estado con George W. Bush, también de 60 años. En el ensayo No quiero hijos. ¿Estoy loca? ¿Por qué nadie me deja en paz?, la bloguera norteamericana Gala Darling defendió que “hay otras cosas que quiere hacer con su vida” y que la única parte incómoda es cuando aquellos que escuchan su respuesta actúan como si la conocieran mejor que ella misma. Darling apunta a las dos claves de este asunto: “La sociedad espera que las mujeres tengan hijos (…). Pero también es una cuestión de respeto; cuando dices que no quieres tenerlos, ese debería ser el fin de la conversación”.

La realidad es que rara vez acaba ahí. Afecta a las mujeres que saben que nunca serán madres y a las que esperan serlo un día que aún no ha llegado. Tabitha, autora del blog Geektastic, denunció, como muchas otras blogueras, la intromisión que siente cuando le preguntan por qué no tiene hijos. “Cuando seas madre lo entenderás” o “Seguro que cambias de opinión” son algunas de las respuestas habituales. “Puede que no sea su intención, pero cuando contestan que cambiaré de idea, me están diciendo que mi elección no es válida, y ese no es el caso”. Otras veces los comentarios llegan sin invitación. Beth Lapides se encontraba en el fisioterapeuta cuando, al hacer un gesto de dolor, le contestó: “No aguantas nada, mejor que nunca tengas hijos”. En su ensayo, recopilado en el libro No es broma, escritoras que se saltan la maternidad, Lapides se pregunta incluso si tal afirmación es legal.

‘Mañana’ (1931), del tríptico ‘Ayer, Mañana, Hoy’. / Man Ray (Corbis)

Notkin explica que, a través de su propia experiencia y de los datos recabados para el libro, entendió que cada vez más mujeres mayores de 35 años no tienen hijos no solo por decisión propia, sino por circunstancias. “Quieren hacer lo que sea correcto para ellas”, comenta. “Son modernas, libres, independientes y también quieren tener hijos, pero son una mayoría silenciosa”. Una investigación dirigida por Catherine Hakim, una científica social británica, realizada en 25 países concluye que la decisión de no tener hijos de forma voluntaria suele ser mayor entre los hombres que entre las mujeres. Sumando los dos géneros, asegura que menos del 10% de las personas que descartan ser padres lo han hecho por decisión propia.

Entre las mujeres estadounidenses de 40 a 44 años, un 18% no han sido madres, frente al 10% de 1976 (1,9 millones de mujeres frente a 580.000), según el Centro Pew de Investigaciones. Esta tendencia es similar en España (un 18,1% de las mujeres entre 40 y 44 no tienen hijos), Francia (20,6%), Finlandia (28,8%) y Alemania (tiene el récord: 33,6%), según los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Es muy difícil distinguir en las estadísticas quiénes no son madres por elección. “La ausencia de hijos parece estar relacionada con la formación”, según la OCDE. Por ejemplo, en Suiza, cerca del 21% de las mujeres de 40 años no tienen hijos, pero esta proporción se incrementa hasta el 40% en el caso de las que han cursado estudios superiores. En su libro Las mujeres sin sombra o la deuda imposible. La decisión de no ser madre, la psiquiatra francesa Geneviève Serre ha identificado el perfil de quien se inclina por esta opción con el de una licenciada, ejecutiva y urbana.

Para las mujeres que temen arrepentirse, o que simplemente quieren aplazar su embarazo, la ciencia ha puesto a su disposición la congelación de óvulos. Las firmas de abogados fueron las primeras en ofrecer esta técnica en su cartera de beneficios salariales, junto a los cheques restaurante y el seguro médico. Cuando recientemente salió a la luz que también lo habían hecho las compañías Apple y Facebook, el tema generó una gran polémica. Los defensores de esta iniciativa consideran que cubre una necesidad cada vez más extendida entre la plantilla femenina por decisión propia. Para sus críticos, se trata de una forma indirecta de presionar a las empleadas para que no tengan hijos en lugar de facilitar medidas de conciliación que faciliten compatibilizar carrera y maternidad.

“Todavía se asume que las personas van a ser más felices si tienen hijos. Ahora mismo los niños son un lujo, una elección”, afirma Laura Scott

“Necesitamos redefinir el concepto de familia y reconocer que las mujeres tienen valor más allá de su capacidad para traer niños al mundo”, denuncia Laura Scott, que creó en 2003 Childless by Choice, un proyecto para investigar por qué aumentaba el número de mujeres que como ella, decidieron no ser madres. Ella y Notkin coinciden en que la mayoría de las mujeres esperan ser madres entre los 25 y 35 años, pero por circunstancias se ven obligadas a aplazarlo y cuando llegan a los 45 años ya no quieren. “Otras, por el contrario, lo habrán decidido deliberadamente desde mucho antes”, dice Scott.

“La educación es un factor determinante, pero también la economía”, asegura, en referencia a la deuda que contraen muchas universitarias para sufragar sus estudios. Notkin coincide en que la situación actual es el resultado de que las mujeres están utilizando opciones variadas y no solo las que se esperaba de ellas. Asegura que en la conversación actual que miles de mujeres mantienen a través de blogs, foros o libros, puede parecer “más feminista” decir que no tienes niños, como si fuera la decisión más auténtica, cuando en realidad se trata de un proceso más complejo.

Tener o no tener hijos está menos asociado con la identidad femenina ahora que hace 50 años, se entiende que no es el destino de las mujeres, sino una combinación de factores, pero eso no significa que la sociedad en general y la estadounidense en particular, profundamente arraigada en valores tradicionales, hayan evolucionado al mismo ritmo que millones de mujeres. “Todavía se asume que las personas van a ser más felices si tienen hijos”, lamenta Scott. “Debemos deshacernos de la noción de que los niños son inversiones económicas de futuro, ahora mismo son un lujo, una elección”.

El arte latinoamericano bate récords en Nueva York

El primer lote de la colección del fallecido magnate mexicano Lorenzo Zambrano logra 17,6 millones de dólares

‘Hacia la torre’, de Remedios Varo / AP

“Vamos, que tengo reservada mesa para cenar”, lanzó en broma la puertorriqueña Gabriela Palmieri, conductora de la primera de las tres subastas de arte latinoamericano que se celebran estos días en la casa Sotheby’s de Nueva York, después de fijar un precio de martillo de 509.000 dólares por un autorretrato del mexicano David Alfaro Siqueiros. Quedaban todavía por subastar 19 de los 40 lotes de la colección del fallecido magnate mexicano Lorenzo Zambrano, una de las mejores del continente, en una noche de récords que dejó, también, un cierto sabor agridulce.

La subasta, la mayor jamás realizada de arte latinoamericano de un solo coleccionista y la que más dinero ha recaudado hasta el momento (17,6 millones de dólares), permitió vender el 85% de los lotes y estableció récords de cotización en doce de los artistas representados, la mayoría de ellos de la primera mitad del siglo pasado. Dos mujeres, la española naturalizada mexicana Remedios Varo y la inglesa nacionalizada mexicana Leonora Carrington, protagonizaron la noche.

Hacia la torre, de Varo, una de las mejores obras de la colección, se vendió por 4,3 millones de dólares, muy por encima del precio estimado (2,5/3,5 millones), tras una ardua y emocionante batalla entre tres pujadores. Es el segundo precio más caro alcanzado por una artista latinoamericana en una subasta. El récord lo tiene la también mexicana Frida Kahlo. Las tentaciones de San Antonio, de Carrington, fue adquirido por 2,6 millones.

En las actuales circunstancias, ha sido una buena subasta. Y el mural de Rivera lo venderemos más adelante, estoy convencido

Axel Stein, comisario de Sotheby’s

El “accidente” de la noche, como lo calificó el comisario de arte latinoamericano de Sotheby’s, Axel Stein, lo protagonizó la obra más importante de la colección Zambrano, el monumental muralRío Juchitán, de Diego Rivera, formado por cuatro bloques que no pudieron ser exhibidos en Nueva York. La obra no se vendió, en virtud de la potestad de la casa de subastas de negarse a ello si las ofertas no alcanzan el precio de reserva fijado con los vendedores. El precio de reserva de Río Juchitán estaba por encima de los 6 millones de dólares. La puja más alta fue de 4,9 millones.

Una circunstancia similar sufrió otra de las maravillas del catálogo,Naturaleza muerta, de Rufino Tamayo. Su precio estimado estaba en torno a los 4 millones, pero la puja más alta se quedó en 2,4. El traspié de estas dos obras maestras hizo que la recaudación total se quedará en 17,6 millones de dólares, cuando Sotheby’s había calculado estar por encima de los 30 millones. También quedaron sin colocar obras de menor valor de María Izquierdo, Fernando Botero y Javier Marín. En total se vendieron 34 de los 40 lotes. A esta primera subasta, titulada Una visión de grandeza, sucederá otra de la misma colección en mayo con unas 30 obras más.

“Me siento satisfecho. En las actuales circunstancias, ha sido una buena subasta. Y el mural de Rivera lo venderemos más adelante, estoy convencido. El problema hoy es que tenía un tamaño demasiado grande para los clientes que han concurrido”, explicó Stein. “En cualquier caso, hemos sido testigos de una venta histórica, con coleccionistas luchando por hacerse con una parte de la maravillosa colección Zambrano, llena de tesoros de la mitad del siglo pasado, obras maestras del surrealismo y la mayor colección de autorretratos de artistas latinoamericanos nunca vista en una subasta”, añadió.

Fragmento del mural ‘Río Juchitán’, de Rivera / AP

Entre los artistas que vieron su cotización muy mejorada están Rodolfo Nieto (La raison du plus fort), Tomas Sánchez (Meditador y laguna escondida en el bosque), Rodolfo Morales (Canasta de flores), Julio Galán (Naturaleza muerta), Ángel Zárraga (Futbolistas en el llano), Carlos Mérida (Autorretrato), Ana Mercedes Hoyos (Mural en tres partes), Armando Morales (Selva Tropical), Jorge González Camarena (Proyecto para el mural de la Constitución de 1917), Juan Soriano (Retrato de Lola Álvarez con Juan Soriano niño) y Roberto Montenegro (Autorretrato en bola de cristal). Algunas piezas del primer lote, obras de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, son consideradas patrimonio nacional mexicano, por lo que fueron vendidas a coleccionistas radicados en México.

Stein considera que la legislación mexicana es un una “cárcel” para el arte. De hecho, la ley federal mexicana sobre monumentos y zonas arqueológicas, artísticas e históricas va en contra, según afirma el comisario de Sotheby’s, de la UNESCO y su ley de libre circulación de obras de arte.

La mayor parte de las obras fueron adquiridas ayer por coleccionistas de Estados Unidos, México, Canadá, Inglaterra, Venezuela y Colombia. Ninguno de ellos quiso desvelar su identidad.

Lorenzo Zambrano, expresidente de Cemex, una de las mayores cementeras del mundo, fallecido el pasado mes de mayo en Madrid de un ataque al corazón en pleno viaje de negocios, poseía una de las mejores colecciones de arte de América Latina. El magnate, una de las principales fortunas de México, atesoró obra de artistas del siglo XX. Para los críticos, la colección tiene un hilo conductor indiscutible: la profundidad y espiritualidad del ser humano.

Además del gran mural de Diego Rivera, destacan pinturas y una escultura de otro mexicano, Rufino Tamayo, y obras de José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, u otros como Roberto Montenegro o Juan Soriano. Se incluyen piezas de extranjeros del siglo XIX, como el estadounidense Conrad Wise Chapman. Además, se subastaron obras de los cubanos Wilfredo Lam y Tomás Sánchez, los colombianos Fernando Botero y Ana Mercedes Hoyos, el venezolano Armando Reverón, el chileno Claudio Bravo, el nicaragüense Armando Morales y el guatemalteco Carlos Mérida .

Zambrano no estaba casado ni tenía hijos, por lo que las ganancias de las subastas irán a parar a su familia. Entre sus principales pasiones estaban la de coleccionar arte y apoyar al mundo de la cultura, principalmente, en su ciudad natal Monterrey, donde era miembro del consejo del Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad. Junto a su amigo Gabriel García Márquez creó el premio que otorga la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano del también fallecido escritor colombiano. Gabo llamaba a Zambrano Lorenzo El Magnífico.

Por su parte, la casa Christie’s ofreció el lunes la primera de dos jornadas consecutivas de subastas de arte latinoamericano. La mejor obra era la del mexicano Ramos Martínez, Mujer con flores, con un precio estimado entre 2 y 3 millones de dólares. Se colocó por 2.millones.

Christie’s también vendió un lote de dos enormes estatuas de bronce del colombiano Fernando Botero, Adán y Eva. Se vendieron por 2.5 millones de dólares, un récord mundial del artista en una subasta. Un óleo de Botero, Homenaje a Bonnard, con un precio estimado entre 800.000 dólares y 1,2 millones, no fue vendido porque no alcanzó el valor mínimo previsto. La primera jornada de la subasta de arte latinoamericano de Christie’s se cerró con un total de ventas de 20,18 millones de dólares.

Rosie la Remachadora: la verdadera historia que esconde el icono del feminismo

¿Por qué una ilustración de 1942 sigue inspirando al mundo? La mujer del pañuelo de lunares que se arremanga para marcar músculo no nació, precisamente, con la voluntad de empoderar a la mujer.

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Geraldine Doyle, la mujer que inspiró el histórico póster.

Foto: AFP

Hace unos días Beyoncé actualizaba su perfil de Instagram con una imagen cargada de significado. En ella podía verse a la cantante caracterizada como uno de los mayores iconos de empoderamiento reconocidos por la cultura popular, Rosie la Remachadora (Rosie the Riveter, en inglés). La fotografía no iba acompañada de ningún texto pero la carga simbólica era evidente y nada sutil: la poderosa vestida de empoderada, un icono multiplicado al cuadrado. Hasta la fecha ha conseguido 1.240.000 ‘me gusta’ en la red social.

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La imagen de Rosie ha sido absorbida por la cultura popular occidental, pasando a convertirse en una figura ligeramente exenta de significado. Aunque su mensaje está claro, el efecto de la reproducción en cadena (al modo de la lata de sopa de Warhol) ha hecho que su historia se haya distorsionado, para convertirse en un emblema de la mujer trabajadora e independiente. Porque, si hacemos memoria, no siempre ha estado asociada al mismo tipo de empoderamiento femenino que representa en la actualidad.

Las ‘Rosies’: obreras para la Guerra

Pese a tener un nombre propio, Rosie no representa a una sola mujer, sino a miles. A principios de los años 40, coincidiendo con la II Guerra Mundial, muchos hombres estadounidenses abandonaron sus puestos de trabajo para partir al frente. El Gobierno comenzó entonces una potente campaña para convencer a las mujeres de que ocupasen su lugar en las fábricas.

Publicidad y vídeos promocionales apelaban a su incorporación laboral. La maquinaria para introducir a la mujer como mano de obra barata para la guerra fue otro de los bastiones de la propaganda militar estadounidense. Una estrategia que desprendía cinco factores y mensajes clave para conseguir sus objetivos:

1) Apelaba a su deber patriótico: si no trabajaban, más hombres morirían en la guerra.

2) Las animaba a conseguir su propio sueldo, aunque después se documentaron luchas y huelgas de trabajadoras por los bajos salarios.

3) Las mujeres que trabajaban eran glamourosas (por eso se popularizó la imagen de los complementos para el pelo y el maquillaje en sitios de trabajo como fábricas de aviones).

4) Se comparaba el trabajo en las fábricas de la guerra con el trabajo doméstico. El mensaje que desprendían estas campañas era que las mujeres ‘ya tenían todas las habilidades’ para hacerlo porque eran una expertas en las tareas del hogar.

5) Se creó el ‘orgullo de esposa’. La irrupción de las mujeres en el mundo laboral podría haber creado un conflicto con el sexo masculino que no había ido al frente. Para evitar que éste se sintiese amenazado con la idea de que ellos no podían alimentar por sí mismos a su familia, se reforzó el mensaje de que debían apoyar a estas mujeres, tanto si eran mujeres de soldados como si no.

La propaganda fue, de hecho, bastante efectiva: de 1941 a 1945 el porcentaje de mujeres trabajadoras en EEUU subió del 27 al 37%. El 50% de esas mujeres desarrollaron trabajos relacionados con la industria de defensa. Hasta la revista Life les dedicó una portada, en agosto de 1943, con un extenso reportaje fotográfico (se puede ver aquí) de la ‘Rosies’ que levantaron la industria estadounidense.

Sin embargo, el papel femenino en el mercado laboral tenía una fecha límite: el fin de la guerra. En cuanto los combatientes volvieron de la batalla, ellas regresaron a su puesto de amas de casa, por muy eficientes que hubiesen sido en sus puestos de trabajo. Todas perdieron sus privilegios, incluso Wonder Woman, la superheroína que se creó para empoderar a estas mujeres que adquirían el rol de los hombres en combate, abandonó su espíritu independiente después de la guerra. En 1947, el cómic se convirtió en un romance y la joven diosa dejó de ser feminista.

Paradójicamente, con el paso de los años, la imagen más iconográfica de las ‘Rosies’ terminaría convirtiéndose en un emblema feminista.

Rosie Riveter

No existió una ‘Rosie’ única, existieron miles. Fue la masiva entrada al mercado laboral que propició la II Guerra Mundial y la marcha masiva de hombres al frente en EE UU. En la foto, una remachadora en 1944.

Foto: Cordon Press

Rosie, el icono

Dos mujeres (y una canción) son las precursoras de este legado iconográfico que en realidad fue orquestado por el Gobierno de Estados Unidos y agencias publicitarias como J. Walter Thompson. Primero llegó un himno claramente propagandístico: en 1943 se creó la canción Rosie the Riveter, con letra de Redd Evans y John Jacob Loeb e interpretada por artistas como Kay Kyser (el tema incluía versos como Rosie está haciendo historia, trabajando por la victoria, Rosie la Remachadora). La canción hablaba de su novio Charlie, un marine que se había ido al frente y al que Rosie protegía apoyando al país con su trabajo.

Uno de los rostros más reconocidos de la propaganda de EE UU fue Rosie Will Monroe. Una joven de Kentucky que trabajó en una de las fábricas de Michigan y que se encargó de poner su rostro a los vídeos promocionales  interpretando a Rosie the Riveter y reclamando el esfuerzo laboral femenino para ganar la guerra.

Después llegarían las representaciones gráficas. En 1943, The Saturday Evening Postpublicó en una de sus portadas un dibujo de Norman Rockwell protagonizado por una remachadora algo menos ‘glamourosa’ que la Rosie que todo el mundo reconoce. En su tartera aparecería el nombre de Rosie, influenciado posiblemente por la susodicha canción, y pisaba un ejemplar de Mein Kampf de Hitler.

Meses más tarde se popularizaría un póster con fecha anterior: la ilustración que The Westinghouse Power Company encargó a J. Howard Miller para subir la moral de sus trabajadores. Ésta acabaría pasando a la posteridad y a ser una de las más reproducidas del movimiento feminista: la trabajadora con el pañuelo en la cabeza y el brazo flexionado con el puño cerrado con la frase “¡Podemos hacerlo!”. La imagen estaba inspirada en una fotografía de Geraldine Doyle, una trabajadora de una acería de Chicago que por aquel entonces tenía 17 años y que desconoció totalmente la existencia del cartel hasta 1982, cuando lo vio en una revista y se reconoció.

La imagen volvió a cobrar fuerza en los 70 y los 80 con fines feministas y el resto es historia del consumo: del póster pasó a camisetas, chapas, mecheros, llaveros y casi cualquier objeto personalizable.

Fruto de esta absorción de la cultura pop, cabe destacar que Beyoncé no ha sido la única en caracterizarse como Rosie. En 2009 Alexis Bledel (conocida por su papel en la serieGilmore Girls) posó para la revista Glamour imitando al conocido personaje y Pink se vistió como ella en su videoclip Raise your Glass. Incluso la propia Marge Simpson fue portada de la revista UTNE en 2011 con su bandana, su camisa remangada y el puño a la vista: fusión de iconos.

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Alexis Biedel o Marge Simpson han sido retratadas celebrando el empoderamiento femenino.

Foto: Glamour/ UTNE